lunes, 2 de septiembre de 2013





soy la lengua de un borracho en el cuello de ella. se me escapa. vuelvo a acercarme. se vuelva a escapar. pero la pared está cerca y no tiene adónde ir. se arrincona, pegada a la pared, estirada en la cama. no quiere que la toque a juega a que no la toque. no hay diferencia, la tocaré igual. la abrazo por la cintura, apretándome contra sus nalgas. aun estamos vestidos. intento subirle la falda. la beso en el cuello, con la lengua. huelo su cuello. siento un ciervo atravesando mi garganta. me renuncia. le digo que se ponga la blusa y salimos. le agarro la mano para caminar por el parque. sé que ella no ve lo mismo que yo. ella no quiere morir. hay un árbol viejo que parece caer todo el tiempo. no sentamos a la sombra del árbol. sus piernas salen de la pollera y se estiran sobre el pasto. mira hacia arriba, las ramas del árbol enorme que forman una trama confusa de sombras y cosas verdes. a lo lejos se escucha un estruendo, un ruido de la ciudad que espanta a los pájaros que salen volando todos juntos, como una lluvia. ella los mira, afectada.
            -imaginate que cada es un recuerdo que se fuga de tu cabeza.
            -si tuviera recuerdos, no serían pájaros, serían reptiles.
            -son sensaciones- insiste.
            -¿cada pájaro?
            -sí.
            -son muchas.
            -claro.
            -demasiadas.
            -y faltan muchas más.
            -son insoportables.
            -no.     
            -vos sos insoportable.
            -sí.
se acaricia las piernas, ahora flexionadas, contra sus pechos. resiste mi presencia. me arrastro hasta ella con mi lengua fuera, babeando. me ve llegar como a un tiburón. no se aleja ni se resiste. le corro la bombacha. la penetro en el suelo, en el pasto. no me mira. mira los pájaros que se fugan de su cabeza y las ramas que los apresan. la humillo, está loca. quiere vivir. le digo que se muera. le digo que no vale la pena quedarse conmigo. le digo que hay que descansar. sus ojos son color avellana. ella tampoco existe. tampoco es. pero es una larva. es un cisne sin patas. es una laguna con un bote hundido en el pecho. es un hogar para indigentes. tiene los labios caídos, los ojos metidos para adentro, las piernas desgarradas, las tetas borrachas, las manos hermosas, el vientre vacío y podrido, la cola sucia de pasto, llena de hormigas. la penetro más fuerte. escucho pasos a lo lejos, pero deciden irse. le tapo la boca, aunque no dice nada. mira con sus pupilas del color del sol cuando amanece. me pretende alucinado, japonés y amable. embisto más fuerte. siento que se derrite en mi cuerpo. se hace agua su concha. me inunda el estómago, el esófago, el intestino. se incrimina, adolece, sufre y muere. su boca queda entreabierta cercana a mi oído. dice que quiere viajar al cielo. conmigo. dice que me quiere llevar con ella a no sé qué lugar. yo me limpio con unas hojas verdes grandes y me subo los pantalones. ella se acaricia los muslos. se siente amada, no por mí. tiene los ojos brillantes. su respiración es suave, como si durmiera. se acomoda la ropa, acomoda su espalda. sigue mirando los pájaros. tantos pájaros volándola, como si fueran exploradores acariciando la Luna.
            -podrías morirte tranquila. no tenés que soportar esto.
            -no hay esto.
            pero hay algo. que la mantiene dormida.
            vive en un sueño. nadie sabe cuál.
            no puede compartirlo. o no sabe cómo.
            imagino un pájaro adentro de ella, que le dice qué hacer, cómo hacerlo, qué decir, dónde caminar, cómo tocar las cosas, cómo dormir y qué soñar, a quién amar, cómo despreciar, cómo volverse loca. elige sus baños, sus comidas, sus deseos. un pájaro siniestro que vuela adentro suyo. un pájaro pedófilo y envidioso, que esconde el cuerpo de un insecto bajo sus plumas. ella lo negará siempre, porque el pájaro-insecto se lo ordena. ella no sabe que su conciencia es un pájaro muerto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.