cuánta ternura inacabada estuve escupiendo
sangre sobre el mármol el cuerpo parece abandonarme una vez cada tanto tomarse
vacaciones desconectarse de mí hacer de cuenta que su fantasma se fugó en un
barco de madrugada entonces
se instala en mi cráneo
éste
paño azul marino
como un velo deshilachado que recubre
al mundo y los pasos son errantes y sin propósitos lo que veo es una baba
que congela la humedad en las
paredes y hace una imitación del sueño y abre la mente como Moisés y las
piernas se abren como el mar y la penetración es caliente y genuina
erotismo
morboso
en
la noche de las memorias frías
yace
cadáver y finge se delata y decae
quiere hablar
quiere abrir la boca sin beso
y yo quiero romperle los dientes hacerla
sangrar y echarle tierra encima y saliva fracturarle las manos y las piernas
torcerle la cadera abrirle el vientre con una cuchara arrancarle las cosas mías
ella no renuncia ni rechaza está dispuesta a la violencia cede se vuelve líquida
y llueve
tiene cara de desayuno. parece instaurar
la mañana. su espalda está herida y no me agradece. tiene las piernas
peligrosas, desconfiadas. parece que camina en el borde de una gillette. lastima
el aire y las cosas. las pupilas absorben todo lo que tiene el color de la
avellana. su boca simula la sangre. las mejillas tiernas, el pelo acompañando
los ojos, torcido, sedoso, como arena que se va con el viento. la noche es
motivo de muerte. adivinamos juntos. marcamos en las alas de la noche. ella
sedienta, toma agua. inhibe la cercanía. hay un movimiento melancólico, un
movimiento que sufre y goza. todo es del color del pasado, fotografía efímera
de las cosas invisibles que conspiran.
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