jueves, 12 de septiembre de 2013




cuánta ternura inacabada estuve escupiendo sangre sobre el mármol el cuerpo parece abandonarme una vez cada tanto tomarse vacaciones desconectarse de mí hacer de cuenta que su fantasma se fugó en un barco de madrugada entonces
            se instala en mi cráneo
            éste paño azul marino
como un velo deshilachado que recubre al mundo y los pasos son errantes y sin propósitos lo que veo es una baba
que congela la humedad en las paredes y hace una imitación del sueño y abre la mente como Moisés y las piernas se abren como el mar y la penetración es caliente y genuina
            erotismo morboso
            en la noche de las memorias frías
            yace cadáver y finge se delata y decae
quiere hablar
quiere abrir la boca sin beso
y yo quiero romperle los dientes hacerla sangrar y echarle tierra encima y saliva fracturarle las manos y las piernas torcerle la cadera abrirle el vientre con una cuchara arrancarle las cosas mías ella no renuncia ni rechaza está dispuesta a la violencia cede se vuelve líquida y llueve
tiene cara de desayuno. parece instaurar la mañana. su espalda está herida y no me agradece. tiene las piernas peligrosas, desconfiadas. parece que camina en el borde de una gillette. lastima el aire y las cosas. las pupilas absorben todo lo que tiene el color de la avellana. su boca simula la sangre. las mejillas tiernas, el pelo acompañando los ojos, torcido, sedoso, como arena que se va con el viento. la noche es motivo de muerte. adivinamos juntos. marcamos en las alas de la noche. ella sedienta, toma agua. inhibe la cercanía. hay un movimiento melancólico, un movimiento que sufre y goza. todo es del color del pasado, fotografía efímera de las cosas invisibles que conspiran.





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