domingo, 15 de septiembre de 2013





el sueño desaparece en el agua la transparencia efímera garantía de desnudez. el mundo cardumen me somete y mis huevos pierden la virginidad. son rotos y siembran fragmentos de vidrio y polvo blanco para alucinar. algo siempre se ahoga para poder vivir, y miento. todo el tiempo pretendo realizar el mundo, como si fuera una soga alrededor del condenado. arrogancia y ternura. el sueño. que desaparece. retoma el camino del agua. con sus horas encerradas cayendo como piedras, inconcebibles, impotables, de fracaso y ardor. no hay nada más acá. todo es vida desencajada.
            no hay nada.
            todo es vida.
            el corazón de un aljibe. la boca abierta de un aljibe. un aljibe inconciente. las manos heridas de un aljibe. las piernas abiertas de un aljibe. la sequía de un aljibe. la transparencia de un aljibe. la celda de un aljibe. el llano de un aljibe. los ojos de un aljibe. estrellas reflejadas en la superficie de un aljibe. un aljibe que olvida. la sexualidad de un aljibe. el desplazamiento azul de un aljibe. las arañas de un aljibe. un aljibe musical. un aljibe que desprecia. el rencor de un aljibe. la madrugada de un aljibe. las sábanas de un aljibe. las palabras que un aljibe dice. un aljibe murmura. migraña del aljibe. las sombras de un aljibe. las aventuras de un aljibe. la espera de un aljibe. las visitas de un aljibe. la historia de un aljibe. el pozo en un aljibe. la caída de un aljibe. un aljibe caído. la mañana de un aljibe. la fuerza de un aljibe. un aljibe que almuerza. un aljibe que siembra. un aljibe que reconoce. un aljibe desespera. un aljibe que piensa. un aljibe melancólico. un aljibe siniestro. un aljibe infantil. la adolescencia de un aljibe. el tartamudear de un aljibe. el retorno del aljibe. la crianza de un aljibe. los problemas con el aceite de un aljibe. la ceguera del aljibe. la caricia en un aljibe. los cuerpo de un aljibe. los libros de un aljibe. figuras rupestres de un aljibe. la ley de un aljibe. la espalda de un aljibe. la secuencia de un aljibe. un aljibe que sucede. un aljibe que presencia un abandono. un aljibe que desea. un aljibe detrás. un aljibe ilegal. un aljibe blanco. un aljibe de seda. un aljibe que discrimina. las fases de un aljibe. el viento en un aljibe. cien mil aljibes. las huellas de un aljibe. los gritos de un aljibe. los fantasmas de un aljibe. un aljibe fantasma. desembarco del aljibe. los barquitos de papel en un aljibe. el reflejo de tus ojos en el interior de un aljibe.
            así es la profundidad desmesurada. la desmesura. lo inmenso iluminado, grabado en la arena. humanidad desproporcionada, frágil cascarón de mimbre, estatuas de cenizas mirando la sombra. las cenizas de un aljibe. un incendio cerca del aljibe. un bosque que me nombra. una mujer caminando el bosque. el viento entre la mujer y el bosque. los pájaros caídos. cementerio natural
            no mires atrás
            no estimules la tierra herida
            dejá en paz las cosas que recuerdan
            no hay más niebla. la hora terminó y no se salva
            es el agua incinerando los pasos y los pisos, lavando las huellas, llevándose las piedras testimoniales  se terminó y no hay voluntad que empiece nada.
            las ventanas cierran sus ojos a la hora de la luz
            las cortinas se abrazan a los cuerpos
            es la música que cierra. siempre el agua
            siempre el dominio que termina
            que esparce su enfermedad
            el final de una mano
            un final











ella destruyó mi pierna en varios pedazos. ¿dónde estaba cuando pasó?
            no hay fuente que soporte
            nada cesa ya
            el tiempo parece acompañar la agonía
            pero la agonía es tan lejana que no se siente
            es una especie de conocimiento que se va olvidando con el correr de la noche. la luna alzándose y cayendo de nuevo, llena de insectos. fue la mañana, atada a la cama. fue la merienda. fragmentos de mentiras y secreciones ácidas. un calor que irrumpía entre los dos. ella y sus pájaros. demoraba la noche para sobrevivir. creía, con fe, en su asesinato. había preparado su cuello y su pecho. no sabía, o no recordaba, si sería el cuchillo o la soga, o manos desnudas que reclamaran. estaba aislada, sonreía como una loca. se asemejaba a una abeja pariendo. mi risa la exasperaba, aunque yo no me reía. quería verla desnuda y se negaba. no me dejaba desnudarme.
            simple inmaculado
            sedoso dorso sangre
            el ardor
            semidiós doblegado
            anestesia
            sinestesia
            fauces despiadadas
            lamentarnos nomás
            desdicha desarraigo
            los cinco dedos del fracaso
            la anomalía, amada
            siempre sentiste algo así
            así fue tu niñez
            algo abominable callaba
            la sonrisa escondida
            el margen borroso
            ojos en el miedo
            conocer una música que no es la tuya y comprenderla    como comprende la noche una prostituta
            nada cesa ya
            el descanso es un juego, nada más
            un caparazón aislante. se deja morir. quiere. no. otra forma del suicidio la seduce pero no. es injusto no poder morir. noches así se disponen al llanto, a dejar las manos al costado del cuerpo y predecir el jadeo, los mocos y las lágrimas. prepararse para tomar o fumar, mirar alrededor listo para no encontrar nada, nadie. asumir esa soledad y aliviarla, pero aceptándola. nada importa. ella camina ignorando el borde. es hermosa con sus pies lastimados. el borde es una planicie que se extiende como si fuera externa y la deja a ella, o a mí, en el centro mismo del laberinto borgeano. correr aleja al horizonte. aleja todas las puertas. tal vez hacer un pozo tan profundo que llegue al cielo del otro lado de la Tierra, y elevarse hasta que no haya abajo ni izquierda, y se sienta tan cercana al frío espacial. pero la única tregua es la masturbación o al alcohol. respirar el viento y comprender. dejarse ir con el fracaso e ignorar el resto. porque el resto es ruido.
            cree disfrutar. se confunde. cree que es yo y le pone nombre a sus medias. trae la ternura y la infancia, trae todas las cosas que creíamos perdidas, en mudanzas, en la adultez, en las calles oscuras. tiene un vestido blanco que sabe mancharse. tiene las piernas largas para caminar en la luna. tiene manos que comprende las caricias. tiene labios para ser mordidos. tiene el pelo largo, literario, y sus pasos son del color de su pelo. siente pena en morir y no muere. tiene dientes para reír. una espalda y nalgas. no se sabe dónde empieza ella y termina su sombra. no se sabe donde termina la luz. cree estar más cerca y miente. tiene la capacidad de respirar bajo el agua y la desperdicia. tiene miedo al agua. voy a ahogarla. voy a tocarla con la violencia. voy a aprender de su sangre. adentro tengo instrumentos y fragmentos de cirugías, todo lo necesario para desprender los huesos de los músculos y chuparlos. ella entiende, sabe sangrar (por todos lados). su experiencia anal no discrimina infancias. está abierta desde el cuello a la ingle. empieza su erotismo. la coreografía insana que involucra sábanas y velas, y cosas que leyó en libros de cocina. está loca. mantiene su cuerpo en el fondo. todo es fondo. mantiene su cuerpo en el interior. todo es interior. congelada y fluida como el agua en el viento, como el viento entre los pelos, como la arena y el viento. desembarcando siempre, jamás vista. loca, trastornada, comiéndose sus heces (así quiero verla). una teta afuera, la otra apretada. ojos despertados, sin llave. hace de la prisión una libertad. me rechaza. pronuncia la desnudez con las piernas juntas. domina sus alrededores, extendiéndose como maleza y virus. es vista cuando quiere ser vista. después hace el amor en el pasto, bajo los pájaros. descifra las ramas, el desprecio, las cataratas, los adornos de funeral, las tazas de café. comprende y desprecia la perfección y la genialidad. hay que mirar en sus ojos para ver vestigios del universo perdido. hay que confiar en sus ojos.
avanza en la oscuridad con una silueta de muerte sobre sus hombros. se desconoce, miente, acepta y desprecia. otra vida está lejos ahora. no hay lamentos. sus muñecas, producen arañas de piernas rojas. son el sueño. gritan palabras sobre las hojas de los árboles, se alimentan de vello corporal, de lunares y de granos. puedo sentir su compasión, la mía. su cuerpo tiembla y yo recuerdo el dolor que sintió. lo siento y me humilla. define las mañanas con una sonrisa. calienta el agua, prepara las tazas, bate el café, ofrece.
            -no, gracias- digo.
            -desayunar hace bien.
            acepto. mi debilidad es manifiesta. todavía parece un sueño. el humo del café es raro. hundo la cucharita y revuelvo. el remolido me da vértigo. sus manos, mi pelo acariciado.
            -shhh… ya pasa, hay que tomar y descansar.
            supongo que voy a morir, eso supongo. la suicida es ella. me mira con sus ojos claros. parece drogada, pero sólo está despierta. siembra entre sus pasos. se acerca a la ventana. la abre y huele. entra el viento.
            -vamos a salir hoy. me vas a coger en el bosque.
            se sonríe, con picardía. tiene algo preparado para mí, o para ella. mientras tanto me ducho. lamento todo mi cuerpo. ella también. hace lo cotidiano y parece demencial. conoce sus heridas. con ellas manipula todas las cosas. a la hora de salir no se pone ropa interior. los pájaros, los espera. camina esperando, camina ansiosa. tiene un patíbulo entre las piernas, y promesas. me mira y sonríe. sabe. estoy dispuesto. el bosque se agranda y oscurece. su figura se recorta contra la luz que viene desde arriba. empieza la melancolía. algunas escenas se repiten. la posición no. vino a ser violada. espera llenarse las orejas de ramitas y pasto, y tierra. esta vez no es resignación, es deseo siniestro. me usa, fría. sin alma. no siento nada en sus labios. su vagina se hace más profunda con cada embestida. prefiero lastimarla, pero también se dilata, se ensancha. el vapor que asciende de su entrepierna es raro. me muevo en círculos y me da vértigo. ella me agarra la cabeza.
            -shhh… shhh… tranquilo. acabame.
            me muevo más fuerte, agarrándola del cuello. y el sofá está frío sin su presencia. la sala es grande y vacía. por la ventana la oscuridad niega al mundo o lo adjetiva. le doy un sorbo al vaso y me quema la garganta. escucho sus pasos húmedos en la madera, arriba. la puerta se cierra (o se abre). desaparece. el laberinto empieza.










y desembarco en la noche parcial. las ventanas encendidas y el olor a piernas abiertas y penetraciones. hay traición en esas luces. hay el gusto por la demencia. camino sobre charcos de agua. el muelle va quedando atrás y con él el recuerdo de una biografía oceánica que jamás será verdad. la calle me recibe, egoísta y desapegada. es la madrugada unánime, ahora sí. todos sienten la madrugada, aunque pocos la conozcan. enciendo el cigarrillo y camino desatento. cargo con un bolso, un bulto semejante a un cadáver, pero está lleno de muerte. ladridos lejanos, mezclándose con la carrera de los autos que vuelven o escapan. es la lluvia.

            encuentro una plaza sin rejas y me siento en un banco a ser linyera por una noche, o más. hay restos de droga y botellas vacías, olor a vómito y pis. dos nenas caminan por la vereda de enfrente y entran en un pasillo. desaparecen. un auto se aleja lentamente, si cierro los ojos el ruido que hace no se adivina. el pasto húmedo parece congelado. no hay viento. tal vez, hace mucho, todo esto haya tenido algún propósito, alguna promesa o expectativa. esperanza siquiera. hoy no hay nada más que una mujer que espera. una habitación austera. una cama. otra promesa: la promesa del fracaso. un inicio, varios finales. fumo hasta descomponerme. me estiro, me recuesto en el banco, apoyando la cabeza el bolso. no me preocupa ni me provoca, ser sueño o alucinación, o realidad. no me importa saberme. alcanza con sentirme, y no se necesita más que eso para concebir una dimensión del infierno. pero el infierno no importa. ahora pienso en un par de muslos que podrían hacerme feliz cuando llegue la mañana.









no me pasa nada. no siento nada o siento todo. soy ésta habitación muda. y soy la música que se arrastra compasiva. pero también soy un hombre que escribe sus delirios en una hoja que no es de papel. 




             



             -¿qué te pasa?- pregunta.
            la sensación es de una sinfonía que pretende demoler iglesias desde adentro de una iglesia. las voces son angelicales y fúnebres, cantan entre lamentos y gloria, bajo el gobierno de las gárgolas y las columnas.
            -estos días no tengo muchas ganas de vivir- digo.
            con sensaciones así, todos los días se siente como una peregrinación o viaje épico, anterior al tiempo, cuando la necesidad y no la avaricia gobernaba. pero también la espiritualidad y la unión. en esa época sin época, la sinfonía no era sensación sino realidad. ¿habrá sido real, o es sólo un sueño de mi alma? ¿existió alguna vez un lugar, un tiempo así; habré existido yo en ese tiempo? ¿habré sido el causante de su final? no, jamás tan poderoso.
             -¿qué te pasa?
            -tengo ronchas en el cuerpo, adentro y afuera. se me descascara la piel, se me desprenden pedacitos de piel seca. tengo los dientes amarillentos, por más que los lave mucho. tengo la saliva amarronada, turbia, a veces con restos de sangre. tengo un exceso de caspa. mis pies huelen mal. mis genitales huelen mal. cuando cago, el papel higiénico se mancha de sangre al limpiarme. las jaquecas son todos los días. me duele el cuello y la espalda. tengo asma por las noches; si río, se me cierran los bronquios. me duermo en todos lados, todo el día; a la noche no puedo dormir. tengo mal aliento. la otra noche caminaba por la calle, era tarde y era un barrio oscuro. el viento no era bondadoso. cuando miro hacia arriba, a las ventanas de un edificio viejo, había dos, una encima, en diagonal a la otra, con sabanas cubriéndolas. una de ellas estaba abierta. adentro, la luz de una era verde, la otra roja. sentí terror y tuve que volverme.
           -no puede ser- dice.
           pero yo sé. esa noche el viento era sobrenatural y traía augurios. incomprensibles augurios. había gente, similar a espantapájaros hambrientos. había hombres como sombras de árboles que caminan. había mujeres en la niebla, semejantes a siluetas de carencia. había nenes jugando con pelotas y animales muertos y muñequitos de superhéroes. había nenas que llevaba sus bebés de plástico en brazos, los acunaban y amantaban de mentira, empujaban carritos sin ruedas con peluches un poco quemados. algunas viejitas tomaban mate en los balcones y en las puertas de sus casas, valientes, temerarias, indiferentes, vudúes. los viejitos miraban a todas las vaginas que caminaban por la calle. son nobles, pensé, no discriminan a nadie. los perros no tenían ojos, puedo jurarlo. los gatos no tenían cara, sólo bocas llenas de colmillos que se lamían la cola. ratas. palomas. salamandras. autos estacionados que temblaban. camiones. bicicletas sueltas. las paredes agrietadas, llenas de musgo y plantas que crecían de la sequía. gusanos alegres. llanto. sexo. inteligencia. calles cada vez más extensas hacia la oscuridad. edificios débiles. subes groseras, gordas, a punto de desfallecer. y más arriba, estrellas, brillantes como vidrios rotos, como el reflejo de una luz de neón en un charco de agua. vientres abultados, vacíos o llenos de bebés desnutridos. sinceridad, cenas desnudas familiares, abortos resbalando en los parabrisas. la tristeza cumpliendo su deber en las manos. eran calles de admirar. supe hacerlo y repugnarme. había crucifixiones y sombras arrolladas por el tren. sombras coqueteando con los semáforos. sombras coqueteando con las pequeñas mamás. sombras, nada más. y reflejos a través de vidrieras. así caminé, presa y cómplice del terror disimulado. censurando mi alegría. sabiendo que más abajo el infierno no eran tan frío como esas calles y esas casas llenas de golpes y violación. así estuve caminando, camuflado en la mugre.
            ella no cree. sus años son aún escasos. sus sueños todavía secos y vestidos. sus bombachas nunca tocaron el suelo. impide ceremonias escatológicas. descree de la grosería.
            no se animará a verme desnudo. mucho menos a tocarme. mi cuerpo joven, prematuramente viejo. vigoroso y arrugado. manchado por las ronchas y los lunares. el espejo se niega a ver. mis ojos grandes, claros, húmedos, lagañosos. el vello en el pecho, en las axilas, en la panza, en la espalda y la cola, entre las piernas. los genitales velludos y desgraciados. hombros enfermos. pies rancios. vení, descubrí en mí otra forma de ser África, acariciada por las delicias del Chaco y Catamarca, los bajo fondos de Misiones y el sur. Antártida mía conociendo los dientes y la lengua del paladar lastimado. Bangkok en mi sueño y Saigón alucinada. Soc Trang y Shimane alucinadas. ésta desnudez surcada por los ríos más profundos, los más largos, los que darían muerte a cualquier desierto, semejantes a venas y cicatrices y pelos y medusas muertas. su mano jamás tocará este cuerpo que palidece. tiene en sus dedos una laguna clara que conoce el valor de la piel. nunca va a tocar este cuerpo.
            alguien sabrá de esa ternura alguna vez, y la aniquilará con su indiferencia






jueves, 12 de septiembre de 2013




cuánta ternura inacabada estuve escupiendo sangre sobre el mármol el cuerpo parece abandonarme una vez cada tanto tomarse vacaciones desconectarse de mí hacer de cuenta que su fantasma se fugó en un barco de madrugada entonces
            se instala en mi cráneo
            éste paño azul marino
como un velo deshilachado que recubre al mundo y los pasos son errantes y sin propósitos lo que veo es una baba
que congela la humedad en las paredes y hace una imitación del sueño y abre la mente como Moisés y las piernas se abren como el mar y la penetración es caliente y genuina
            erotismo morboso
            en la noche de las memorias frías
            yace cadáver y finge se delata y decae
quiere hablar
quiere abrir la boca sin beso
y yo quiero romperle los dientes hacerla sangrar y echarle tierra encima y saliva fracturarle las manos y las piernas torcerle la cadera abrirle el vientre con una cuchara arrancarle las cosas mías ella no renuncia ni rechaza está dispuesta a la violencia cede se vuelve líquida y llueve
tiene cara de desayuno. parece instaurar la mañana. su espalda está herida y no me agradece. tiene las piernas peligrosas, desconfiadas. parece que camina en el borde de una gillette. lastima el aire y las cosas. las pupilas absorben todo lo que tiene el color de la avellana. su boca simula la sangre. las mejillas tiernas, el pelo acompañando los ojos, torcido, sedoso, como arena que se va con el viento. la noche es motivo de muerte. adivinamos juntos. marcamos en las alas de la noche. ella sedienta, toma agua. inhibe la cercanía. hay un movimiento melancólico, un movimiento que sufre y goza. todo es del color del pasado, fotografía efímera de las cosas invisibles que conspiran.









aparecía una luna bajo la cama
el susurro de un temor
resbalando entre los dientes
mordiendo el vino entre las horas
se simplifica la espera
y se aprecia la caída de la eternidad entre las piernas. el sudor protector, la borra, el cansancio, los movimientos breves, pesados, buscando la desesperación más calma. se abre la boca, el humo emerge en la silueta de una fuga. la cabeza imita a la muerte, se deja estar fuera del cuello. comprende los espacios y los asimila, emancipada. camino sobre las huellas del que fue sombra y reconozco. inauguro la oscuridad. los contornos enloquecen. el camino es sinuoso y se deja sentir en el aire. el aire es ligero, proviene de arriba, de la madera, de la piel risueña, de la mañana asesina, de los puentes increíbles, de las caricias de los helicópteros, del sismo, de la venganza adolescente, de las nalgas que se estrujan entre las manos del cliente, de las sábanas abolidas, de los labios que bautizan, de las manos imaginadas, de las calles que caminaste sola la noche en que te clavaron, de las miradas que acusan, de los pantalones abandonados, del cólera dulce, de la espuma de mar, del sol que se quema cuando la noche, de la espera, de la espesa mata de vello que cubre tu monte de Venus.
            es un volver a casa y es alejarse. es saber que el lugar al que pertenezco está en un tiempo anterior al nacimiento, décadas atrás, cuando los versos se escribían en saco y corbata. así llegaba este aire alucinado de todos los rincones del hospital. y se metía entre las calles y edificios de la ciudad oscura lejana la silueta de la ciudad. la ciudad en el desierto. el bosque de cenizas y cemento. de hombres de tabaco. soy un observador pasivo, fumo de lejos aún no llego. te acordás de mi silueta recortada en la calle de la ciudad vieja, el taxi alejándose, la multitud comiéndose mi cuerpo empequeñecido por la añoranza y la distancia. ahora soy un hombre en medio de la nada esperando llegar a ninguna parte.
            no hay frontera verdadera. alguien trazó una línea imaginaria que es más visible que la mente. a prostitución huele el borde. pero estoy parado dentro de la lluvia y la lluvia no tiene bordes. es un viaje disléxico. un camino de orejas que me guía, un jardín de narices, espalda sobre espalda marcando una escalera. y no hay bordes. la ciudad es lejana. promesa. estoy en el interior de la lluvia donde el agua no cae jamás. nada nadie me espera. me siento a punto de nacer y sé que es mentira. me siento en el suelo, no quiero caminar. la ciudad está ahí, desnuda y fría. la espera se simplifica. muerdo el temor y la sombra. me recuesto. arriba no hay dios, el cielo está vacío. pero un cielo vacío es un cielo abierto. sólo las estrellas están por encima de mí. y abajo mis raíces, mi pasado enterrado, mis venas







lunes, 2 de septiembre de 2013





soy la lengua de un borracho en el cuello de ella. se me escapa. vuelvo a acercarme. se vuelva a escapar. pero la pared está cerca y no tiene adónde ir. se arrincona, pegada a la pared, estirada en la cama. no quiere que la toque a juega a que no la toque. no hay diferencia, la tocaré igual. la abrazo por la cintura, apretándome contra sus nalgas. aun estamos vestidos. intento subirle la falda. la beso en el cuello, con la lengua. huelo su cuello. siento un ciervo atravesando mi garganta. me renuncia. le digo que se ponga la blusa y salimos. le agarro la mano para caminar por el parque. sé que ella no ve lo mismo que yo. ella no quiere morir. hay un árbol viejo que parece caer todo el tiempo. no sentamos a la sombra del árbol. sus piernas salen de la pollera y se estiran sobre el pasto. mira hacia arriba, las ramas del árbol enorme que forman una trama confusa de sombras y cosas verdes. a lo lejos se escucha un estruendo, un ruido de la ciudad que espanta a los pájaros que salen volando todos juntos, como una lluvia. ella los mira, afectada.
            -imaginate que cada es un recuerdo que se fuga de tu cabeza.
            -si tuviera recuerdos, no serían pájaros, serían reptiles.
            -son sensaciones- insiste.
            -¿cada pájaro?
            -sí.
            -son muchas.
            -claro.
            -demasiadas.
            -y faltan muchas más.
            -son insoportables.
            -no.     
            -vos sos insoportable.
            -sí.
se acaricia las piernas, ahora flexionadas, contra sus pechos. resiste mi presencia. me arrastro hasta ella con mi lengua fuera, babeando. me ve llegar como a un tiburón. no se aleja ni se resiste. le corro la bombacha. la penetro en el suelo, en el pasto. no me mira. mira los pájaros que se fugan de su cabeza y las ramas que los apresan. la humillo, está loca. quiere vivir. le digo que se muera. le digo que no vale la pena quedarse conmigo. le digo que hay que descansar. sus ojos son color avellana. ella tampoco existe. tampoco es. pero es una larva. es un cisne sin patas. es una laguna con un bote hundido en el pecho. es un hogar para indigentes. tiene los labios caídos, los ojos metidos para adentro, las piernas desgarradas, las tetas borrachas, las manos hermosas, el vientre vacío y podrido, la cola sucia de pasto, llena de hormigas. la penetro más fuerte. escucho pasos a lo lejos, pero deciden irse. le tapo la boca, aunque no dice nada. mira con sus pupilas del color del sol cuando amanece. me pretende alucinado, japonés y amable. embisto más fuerte. siento que se derrite en mi cuerpo. se hace agua su concha. me inunda el estómago, el esófago, el intestino. se incrimina, adolece, sufre y muere. su boca queda entreabierta cercana a mi oído. dice que quiere viajar al cielo. conmigo. dice que me quiere llevar con ella a no sé qué lugar. yo me limpio con unas hojas verdes grandes y me subo los pantalones. ella se acaricia los muslos. se siente amada, no por mí. tiene los ojos brillantes. su respiración es suave, como si durmiera. se acomoda la ropa, acomoda su espalda. sigue mirando los pájaros. tantos pájaros volándola, como si fueran exploradores acariciando la Luna.
            -podrías morirte tranquila. no tenés que soportar esto.
            -no hay esto.
            pero hay algo. que la mantiene dormida.
            vive en un sueño. nadie sabe cuál.
            no puede compartirlo. o no sabe cómo.
            imagino un pájaro adentro de ella, que le dice qué hacer, cómo hacerlo, qué decir, dónde caminar, cómo tocar las cosas, cómo dormir y qué soñar, a quién amar, cómo despreciar, cómo volverse loca. elige sus baños, sus comidas, sus deseos. un pájaro siniestro que vuela adentro suyo. un pájaro pedófilo y envidioso, que esconde el cuerpo de un insecto bajo sus plumas. ella lo negará siempre, porque el pájaro-insecto se lo ordena. ella no sabe que su conciencia es un pájaro muerto.







parece que recién despierto (aunque no)
lo primero que veo es desolación. una extensión de algo menor a la ceniza que no queda. puede ser (a veces quisiera no vivir en el planeta Tierra) después, entre dos parpadeos, un pájaro blanco cruza el cielo como una sombra. mis ojos, si los tengo, se acomodan a la luz. hay un sol delante de mí, pero no me encandila. y de todos modos veo mi propia sombra extendida hacia el sol, como si la chupara en vez de proyectarla. después aparecen algunos colores que no importan, y la sensación de un romance lejos, y también un balcón europeo sobre el cual un hombre ejecuta pensamientos peligrosos. ahora lo hago yo: es probable que muera, me digo. es probable que sufra, me digo. es probable que sangre o eyacule. otras cosas caen por el embudo de mi mente (si es que la tengo): un caballito de madera, un embudo naranja, el color amarillo, un ciego, el bastón de un ciego, el lazarillo de un ciego, los anteojos negros de un ciego, los ojos celestes enfermos del ciego. así camino. el fondo de mi cráneo se va llenando de cosas inservibles: esposas, cumpleaños, regalos, gobiernos. el suelo que piso está agrietado, pero siento que lo estoy viviendo. vivo el suelo que piso y se extiende, viviéndome, hacia un lugar tan lejano como inimaginable, o no. allá lejos se ve en sombras la silueta de una ciudad dudosa.
            y yo creo que prefiero caminar a esa ciudad que vivir la vida que voy haciendo. llegó el viernes con el ocio, la fiebre, música y unos besos que censuro en esta hoja. ella se acerca y me dice:
            -estás ojeroso, deberías dormir más.
            no me conoce. insiste. no hablo.
            es viernes. es ardor.
            otra vez:
            -tenés que dormir.
            -yo duermo- digo.
            no se queda satisfecha. desea mi salud.
pero eso no existe. estoy desnudo, en el baño.
estuve viendo mi testículo.
no me gusta. es ruin, abollado, escaso.
me deprime ver mi cuerpo deprimido.
pasó el viernes. pasó el sábado. pasó el domingo. nada de mi vida cabe en este relato (si es que es un relato). no hay vida. hay ciudad tenebrosa, lejana, inexistente, susceptible de ser conquistada, gobernada y llevada hacia el terror y la destrucción, como cualquier villano de historieta pero triunfal.
estoy vivo y lo lamento. porque éste planeta es algo inferior a la existencia. y esto, de alguna forma, me deja la puerta abierta a cualquier crimen o delirio. ninguna fuerza superior me juzgará; más alto que el cielo, más allá de las estrellas, solo hay un gran y hermoso vacío. las fuerzas terrestres son insignificantes. si me supiera impune, nada me detendría.
el suicidio me volvería impune
como un tronco atravesado en mi garganta
como un tubo de ensayo clavado en mi cerebro
la cara de Medusa incrustada en mi espalda
anhedonia
es la desolación. el cementerio. el desierto
todo bajo el sol omnipresente
la luz que no cesa y miente

adentro es viento. y gente que no conozco gritando como el terror. mujeres sin tetas volando el campo de una chacra cuando la noche. una horda ansiosa por incinerar a un nene, con antorchas y tridentes, y el grito. no hay pasos, sólo huellas que se precipitan hacia el asesinato. con éstas cosas duermo. una máscara y una muñeca. un pecho lleno de agua salada y una espalda llena de alquitrán. en el insomnio, en el trabajo, en el sexo. todo es interior. nada se escapa a la luz. todo es fondo. y todo es calmo.

            todo es calmo. la catástrofe no es un descarrilamiento, o el incendio de una escuela un miércoles a las diez de la mañana. la catástrofe es levantarme, es freír huevos y hacer el amor, es ser conciente de que pienso, que soy capaz de decir lo que pienso, que soy capaz de amar y amar es mi responsabilidad. la tragedia es saber que, inevitablemente soy. y soy yo todo el tiempo en todo lugar. yo con mis manos borrosas, con mis manos húmedas, con mis manos que tocan la niebla. yo con mis piernas torcidas, con las piernas semejantes a termitas, con las piernas que pretenden ser piernas y el corazón que juega a ser sol y es corazón. yo, con el corazón acelerado, el corazón bromeado, el corazón destemplado y robado del tempo. yo con los ojos como simios alucinados, con mis ojos que fingen, con mis ojos tristemente documentados, con ojos llenos de paisajes lunares, ojos hermosos y una espalda que se desvía. yo y mis espalda desviada, mi espalda temible, y voraz, mi espalda cobarde, espalda que demora los saltos, mi espalda que elogia la escasez, mi espalda que deroga fealdad. yo, impuro y humano, con una pija semejante a un cretino, una pija sensata, una pija breve. una pija que contiene el corazón de Werther, una pija matutina, una pija. yo. soy, y no existo. soy contradicción, soy deserción, soy adicción, soy un sumario y un auto abandonado, soy un pájaro cuando me recuerdan, soy una pija, soy una reencarnación de Juan Pérez y fulano. soy las cosas que se pierden de noche. soy un nene que se suicida en un hotel. soy un charco de agua bendita. soy un par de medias olvidado. soy inacción. soy ciencia muerta. soy injusticia, soy una moral de bombacha floja. soy un caballo atravesando el tronco de un árbol. soy cualquier cosa menos yo. soy la digestión. soy la estrella de la violencia. soy una constelación que se ve desde Marte. soy un estúpido. soy un pantalón cagado. soy la mano izquierda de un violador de nenas. soy semejante a tres lunares en el cuello de una mujer invisible. soy algo, para alguien, en algún contexto o lugar.




martes, 27 de agosto de 2013




al final de la bayoneta siempre crea ángeles sin cerebro sosteniendo la una de la fila la fila que lleva hasta la hija paralítica de dios no tengo preservativo como ser la mísera mota de polvo que resuena bajo mi mirada de aguerrido sinfín no entiendo cómo poder música crea esta franja que se desvanece sin mirar a los costados de cada cuadra el banco profundo de hilera de mujeres en la espera las horas caen creyendo que son salvadas por tus manos tus manos tus manos tus manos rojas tus manos de cocodrilo tus manos de monja tus manos de jamón tus manos anteojos para ver la sierra tus manos simbólicas acariciando los océanos que compuse para vos tus manos simbólicas tus manos feas tus manos bélicas tus manos florecientes tus manos sabiendo que son manos que saben que son manos que saben acariciar como si fueran fauces y manos de colmillos gritando y girando alrededor de cada detalle desencajado del día apreté el gatillo y salí disparado sin comprender qué pasaba a mi alrededor pero nada pasaba nada había alrededor mío salvo una junta de bueyes parpadeando sin cesar como si fueran enjambres de pelos de avispa lloviéndose en las narices del viejo cosmos
            desagradable es la melodía cuando no hay nada que posibilite su escucha. ésta noche mi cráneo duerme y está lejos. no hay nada para confesar. si acaso algo hubiera, mi grito ya estaría pegado en el cielo, derribando cóndores. ahora sé que la contemplación de lo pleno conduce al vacío. ahora lo sé. no me lamento. quiero escribir una novela que no puede ser escrita. no me lamento, no hay nada en mis manos. pasado mañana me voy a dedicar al ocio y la nada. quizá algo escriba. tal vez susurre algo o simplemente lea los libros que hay para leer. el viernes veré. no voy a definir nada. todo quedará en la nada. debería desaparecer otra vez y seguir escribiendo en la clandestinidad. escribiendo todas las horas y los días llenos de nada. no tengo nada que dar. no tengo nada que decir. no tengo nada que vivir. ni siquiera tengo porqué vivir. acá no hay nada y yo ni siquiera estoy. ni siquiera soy.