nimrod
martes, 1 de octubre de 2013
domingo, 15 de septiembre de 2013
el sueño desaparece en el agua la
transparencia efímera garantía de desnudez. el mundo cardumen me somete y mis
huevos pierden la virginidad. son rotos y siembran fragmentos de vidrio y polvo
blanco para alucinar. algo siempre se ahoga para poder vivir, y miento. todo el
tiempo pretendo realizar el mundo, como si fuera una soga alrededor del
condenado. arrogancia y ternura. el sueño. que desaparece. retoma el camino del
agua. con sus horas encerradas cayendo como piedras, inconcebibles, impotables,
de fracaso y ardor. no hay nada más acá. todo es vida desencajada.
no
hay nada.
todo
es vida.
el
corazón de un aljibe. la boca abierta de un aljibe. un aljibe inconciente. las
manos heridas de un aljibe. las piernas abiertas de un aljibe. la sequía de un
aljibe. la transparencia de un aljibe. la celda de un aljibe. el llano de un
aljibe. los ojos de un aljibe. estrellas reflejadas en la superficie de un
aljibe. un aljibe que olvida. la sexualidad de un aljibe. el desplazamiento
azul de un aljibe. las arañas de un aljibe. un aljibe musical. un aljibe que
desprecia. el rencor de un aljibe. la madrugada de un aljibe. las sábanas de un
aljibe. las palabras que un aljibe dice. un aljibe murmura. migraña del aljibe.
las sombras de un aljibe. las aventuras de un aljibe. la espera de un aljibe. las
visitas de un aljibe. la historia de un aljibe. el pozo en un aljibe. la caída
de un aljibe. un aljibe caído. la mañana de un aljibe. la fuerza de un aljibe. un
aljibe que almuerza. un aljibe que siembra. un aljibe que reconoce. un aljibe
desespera. un aljibe que piensa. un aljibe melancólico. un aljibe siniestro. un
aljibe infantil. la adolescencia de un aljibe. el tartamudear de un aljibe. el
retorno del aljibe. la crianza de un aljibe. los problemas con el aceite de un
aljibe. la ceguera del aljibe. la caricia en un aljibe. los cuerpo de un
aljibe. los libros de un aljibe. figuras rupestres de un aljibe. la ley de un
aljibe. la espalda de un aljibe. la secuencia de un aljibe. un aljibe que
sucede. un aljibe que presencia un abandono. un aljibe que desea. un aljibe
detrás. un aljibe ilegal. un aljibe blanco. un aljibe de seda. un aljibe que
discrimina. las fases de un aljibe. el viento en un aljibe. cien mil aljibes. las
huellas de un aljibe. los gritos de un aljibe. los fantasmas de un aljibe. un
aljibe fantasma. desembarco del aljibe. los barquitos de papel en un aljibe. el
reflejo de tus ojos en el interior de un aljibe.
así
es la profundidad desmesurada. la desmesura. lo inmenso iluminado, grabado en
la arena. humanidad desproporcionada, frágil cascarón de mimbre, estatuas de
cenizas mirando la sombra. las cenizas de un aljibe. un incendio cerca del
aljibe. un bosque que me nombra. una mujer caminando el bosque. el viento entre
la mujer y el bosque. los pájaros caídos. cementerio natural
no
mires atrás
no
estimules la tierra herida
dejá
en paz las cosas que recuerdan
no
hay más niebla. la hora terminó y no se salva
es
el agua incinerando los pasos y los pisos, lavando las huellas, llevándose las
piedras testimoniales se terminó y no
hay voluntad que empiece nada.
las
ventanas cierran sus ojos a la hora de la luz
las
cortinas se abrazan a los cuerpos
es
la música que cierra. siempre el agua
siempre
el dominio que termina
que
esparce su enfermedad
el
final de una mano
un
final
ella destruyó mi pierna en varios pedazos. ¿dónde estaba cuando pasó?
no
hay fuente que soporte
nada
cesa ya
el
tiempo parece acompañar la agonía
pero
la agonía es tan lejana que no se siente
es
una especie de conocimiento que se va olvidando con el correr de la noche. la
luna alzándose y cayendo de nuevo, llena de insectos. fue la mañana, atada a la
cama. fue la merienda. fragmentos de mentiras y secreciones ácidas. un calor
que irrumpía entre los dos. ella y sus pájaros. demoraba la noche para
sobrevivir. creía, con fe, en su asesinato. había preparado su cuello y su
pecho. no sabía, o no recordaba, si sería el cuchillo o la soga, o manos
desnudas que reclamaran. estaba aislada, sonreía como una loca. se asemejaba a
una abeja pariendo. mi risa la exasperaba, aunque yo no me reía. quería verla
desnuda y se negaba. no me dejaba desnudarme.
simple
inmaculado
sedoso
dorso sangre
el
ardor
semidiós
doblegado
anestesia
sinestesia
fauces
despiadadas
lamentarnos
nomás
desdicha
desarraigo
los
cinco dedos del fracaso
la
anomalía, amada
siempre
sentiste algo así
así
fue tu niñez
algo
abominable callaba
la
sonrisa escondida
el
margen borroso
ojos
en el miedo
conocer
una música que no es la tuya y comprenderla como
comprende la noche una prostituta
nada
cesa ya
el
descanso es un juego, nada más
un
caparazón aislante. se deja morir. quiere. no. otra forma del suicidio la
seduce pero no. es injusto no poder morir. noches así se disponen al llanto, a
dejar las manos al costado del cuerpo y predecir el jadeo, los mocos y las
lágrimas. prepararse para tomar o fumar, mirar alrededor listo para no
encontrar nada, nadie. asumir esa soledad y aliviarla, pero aceptándola. nada
importa. ella camina ignorando el borde. es hermosa con sus pies lastimados. el
borde es una planicie que se extiende como si fuera externa y la deja a ella, o
a mí, en el centro mismo del laberinto borgeano. correr aleja al horizonte.
aleja todas las puertas. tal vez hacer un pozo tan profundo que llegue al cielo
del otro lado de la Tierra ,
y elevarse hasta que no haya abajo ni izquierda, y se sienta tan cercana al
frío espacial. pero la única tregua es la masturbación o al alcohol. respirar
el viento y comprender. dejarse ir con el fracaso e ignorar el resto. porque el
resto es ruido.
cree
disfrutar. se confunde. cree que es yo y le pone nombre a sus medias. trae la
ternura y la infancia, trae todas las cosas que creíamos perdidas, en mudanzas,
en la adultez, en las calles oscuras. tiene un vestido blanco que sabe
mancharse. tiene las piernas largas para caminar en la luna. tiene manos que
comprende las caricias. tiene labios para ser mordidos. tiene el pelo largo,
literario, y sus pasos son del color de su pelo. siente pena en morir y no
muere. tiene dientes para reír. una espalda y nalgas. no se sabe dónde empieza
ella y termina su sombra. no se sabe donde termina la luz. cree estar más cerca
y miente. tiene la capacidad de respirar bajo el agua y la desperdicia. tiene
miedo al agua. voy a ahogarla. voy a tocarla con la violencia. voy a aprender
de su sangre. adentro tengo instrumentos y fragmentos de cirugías, todo lo
necesario para desprender los huesos de los músculos y chuparlos. ella
entiende, sabe sangrar (por todos lados). su experiencia anal no discrimina
infancias. está abierta desde el cuello a la ingle. empieza su erotismo. la
coreografía insana que involucra sábanas y velas, y cosas que leyó en libros de
cocina. está loca. mantiene su cuerpo en el fondo. todo es fondo. mantiene su
cuerpo en el interior. todo es interior. congelada y fluida como el agua en el
viento, como el viento entre los pelos, como la arena y el viento. desembarcando
siempre, jamás vista. loca, trastornada, comiéndose sus heces (así quiero
verla). una teta afuera, la otra apretada. ojos despertados, sin llave. hace de
la prisión una libertad. me rechaza. pronuncia la desnudez con las piernas
juntas. domina sus alrededores, extendiéndose como maleza y virus. es vista
cuando quiere ser vista. después hace el amor en el pasto, bajo los pájaros.
descifra las ramas, el desprecio, las cataratas, los adornos de funeral, las
tazas de café. comprende y desprecia la perfección y la genialidad. hay que
mirar en sus ojos para ver vestigios del universo perdido. hay que confiar en
sus ojos.
avanza en la oscuridad con una silueta de
muerte sobre sus hombros. se desconoce, miente, acepta y desprecia. otra vida
está lejos ahora. no hay lamentos. sus muñecas, producen arañas de piernas
rojas. son el sueño. gritan palabras sobre las hojas de los árboles, se
alimentan de vello corporal, de lunares y de granos. puedo sentir su compasión,
la mía. su cuerpo tiembla y yo recuerdo el dolor que sintió. lo siento y me
humilla. define las mañanas con una sonrisa. calienta el agua, prepara las
tazas, bate el café, ofrece.
-no,
gracias- digo.
-desayunar
hace bien.
acepto.
mi debilidad es manifiesta. todavía parece un sueño. el humo del café es raro.
hundo la cucharita y revuelvo. el remolido me da vértigo. sus manos, mi pelo
acariciado.
-shhh…
ya pasa, hay que tomar y descansar.
supongo que voy a morir, eso supongo.
la suicida es ella. me mira con sus ojos claros. parece drogada, pero sólo está
despierta. siembra entre sus pasos. se acerca a la ventana. la abre y huele.
entra el viento.
-vamos
a salir hoy. me vas a coger en el bosque.
se
sonríe, con picardía. tiene algo preparado para mí, o para ella. mientras tanto
me ducho. lamento todo mi cuerpo. ella también. hace lo cotidiano y parece
demencial. conoce sus heridas. con ellas manipula todas las cosas. a la hora de
salir no se pone ropa interior. los pájaros, los espera. camina esperando,
camina ansiosa. tiene un patíbulo entre las piernas, y promesas. me mira y
sonríe. sabe. estoy dispuesto. el bosque se agranda y oscurece. su figura se
recorta contra la luz que viene desde arriba. empieza la melancolía. algunas
escenas se repiten. la posición no. vino a ser violada. espera llenarse las
orejas de ramitas y pasto, y tierra. esta vez no es resignación, es deseo
siniestro. me usa, fría. sin alma. no siento nada en sus labios. su vagina se
hace más profunda con cada embestida. prefiero lastimarla, pero también se
dilata, se ensancha. el vapor que asciende de su entrepierna es raro. me muevo
en círculos y me da vértigo. ella me agarra la cabeza.
-shhh…
shhh… tranquilo. acabame.
me
muevo más fuerte, agarrándola del cuello. y el sofá está frío sin su presencia.
la sala es grande y vacía. por la ventana la oscuridad niega al mundo o lo
adjetiva. le doy un sorbo al vaso y me quema la garganta. escucho sus pasos
húmedos en la madera, arriba. la puerta se cierra (o se abre). desaparece. el
laberinto empieza.
y desembarco en la noche parcial. las
ventanas encendidas y el olor a piernas abiertas y penetraciones. hay traición
en esas luces. hay el gusto por la demencia. camino sobre charcos de agua. el
muelle va quedando atrás y con él el recuerdo de una biografía oceánica que
jamás será verdad. la calle me recibe, egoísta y desapegada. es la madrugada
unánime, ahora sí. todos sienten la madrugada, aunque pocos la conozcan.
enciendo el cigarrillo y camino desatento. cargo con un bolso, un bulto
semejante a un cadáver, pero está lleno de muerte. ladridos lejanos,
mezclándose con la carrera de los autos que vuelven o escapan. es la lluvia.
encuentro
una plaza sin rejas y me siento en un banco a ser linyera por una noche, o más.
hay restos de droga y botellas vacías, olor a vómito y pis. dos nenas caminan
por la vereda de enfrente y entran en un pasillo. desaparecen. un auto se aleja
lentamente, si cierro los ojos el ruido que hace no se adivina. el pasto húmedo
parece congelado. no hay viento. tal vez, hace mucho, todo esto haya tenido
algún propósito, alguna promesa o expectativa. esperanza siquiera. hoy no hay
nada más que una mujer que espera. una habitación austera. una cama. otra
promesa: la promesa del fracaso. un inicio, varios finales. fumo hasta
descomponerme. me estiro, me recuesto en el banco, apoyando la cabeza el bolso.
no me preocupa ni me provoca, ser sueño o alucinación, o realidad. no me
importa saberme. alcanza con sentirme, y no se necesita más que eso para
concebir una dimensión del infierno. pero el infierno no importa. ahora pienso
en un par de muslos que podrían hacerme feliz cuando llegue la mañana.
-¿qué te pasa?- pregunta.
la
sensación es de una sinfonía que pretende demoler iglesias desde adentro de una
iglesia. las voces son angelicales y fúnebres, cantan entre lamentos y gloria,
bajo el gobierno de las gárgolas y las columnas.
-estos
días no tengo muchas ganas de vivir- digo.
con
sensaciones así, todos los días se siente como una peregrinación o viaje épico,
anterior al tiempo, cuando la necesidad y no la avaricia gobernaba. pero
también la espiritualidad y la unión. en esa época sin época, la sinfonía no
era sensación sino realidad. ¿habrá sido real, o es sólo un sueño de mi alma?
¿existió alguna vez un lugar, un tiempo así; habré existido yo en ese tiempo?
¿habré sido el causante de su final? no, jamás tan poderoso.
-¿qué
te pasa?
-tengo
ronchas en el cuerpo, adentro y afuera. se me descascara la piel, se me
desprenden pedacitos de piel seca. tengo los dientes amarillentos, por más que
los lave mucho. tengo la saliva amarronada, turbia, a veces con restos de
sangre. tengo un exceso de caspa. mis pies huelen mal. mis genitales huelen
mal. cuando cago, el papel higiénico se mancha de sangre al limpiarme. las
jaquecas son todos los días. me duele el cuello y la espalda. tengo asma por
las noches; si río, se me cierran los bronquios. me duermo en todos lados, todo
el día; a la noche no puedo dormir. tengo mal aliento. la otra noche caminaba
por la calle, era tarde y era un barrio oscuro. el viento no era bondadoso.
cuando miro hacia arriba, a las ventanas de un edificio viejo, había dos, una
encima, en diagonal a la otra, con sabanas cubriéndolas. una de ellas estaba
abierta. adentro, la luz de una era verde, la otra roja. sentí terror y tuve
que volverme.
-no
puede ser- dice.
pero
yo sé. esa noche el viento era sobrenatural y traía augurios. incomprensibles
augurios. había gente, similar a espantapájaros hambrientos. había hombres como
sombras de árboles que caminan. había mujeres en la niebla, semejantes a
siluetas de carencia. había nenes jugando con pelotas y animales muertos y
muñequitos de superhéroes. había nenas que llevaba sus bebés de plástico en
brazos, los acunaban y amantaban de mentira, empujaban carritos sin ruedas con
peluches un poco quemados. algunas viejitas tomaban mate en los balcones y en
las puertas de sus casas, valientes, temerarias, indiferentes, vudúes. los
viejitos miraban a todas las vaginas que caminaban por la calle. son nobles,
pensé, no discriminan a nadie. los perros no tenían ojos, puedo jurarlo. los
gatos no tenían cara, sólo bocas llenas de colmillos que se lamían la cola.
ratas. palomas. salamandras. autos estacionados que temblaban. camiones.
bicicletas sueltas. las paredes agrietadas, llenas de musgo y plantas que
crecían de la sequía. gusanos alegres. llanto. sexo. inteligencia. calles cada
vez más extensas hacia la oscuridad. edificios débiles. subes groseras, gordas,
a punto de desfallecer. y más arriba, estrellas, brillantes como vidrios rotos,
como el reflejo de una luz de neón en un charco de agua. vientres abultados,
vacíos o llenos de bebés desnutridos. sinceridad, cenas desnudas familiares,
abortos resbalando en los parabrisas. la tristeza cumpliendo su deber en las
manos. eran calles de admirar. supe hacerlo y repugnarme. había crucifixiones y
sombras arrolladas por el tren. sombras coqueteando con los semáforos. sombras
coqueteando con las pequeñas mamás. sombras, nada más. y reflejos a través de
vidrieras. así caminé, presa y cómplice del terror disimulado. censurando mi
alegría. sabiendo que más abajo el infierno no eran tan frío como esas calles y
esas casas llenas de golpes y violación. así estuve caminando, camuflado en la
mugre.
ella
no cree. sus años son aún escasos. sus sueños todavía secos y vestidos. sus
bombachas nunca tocaron el suelo. impide ceremonias escatológicas. descree de
la grosería.
no
se animará a verme desnudo. mucho menos a tocarme. mi cuerpo joven,
prematuramente viejo. vigoroso y arrugado. manchado por las ronchas y los
lunares. el espejo se niega a ver. mis ojos grandes, claros, húmedos,
lagañosos. el vello en el pecho, en las axilas, en la panza, en la espalda y la
cola, entre las piernas. los genitales velludos y desgraciados. hombros
enfermos. pies rancios. vení, descubrí en mí otra forma de ser África,
acariciada por las delicias del Chaco y Catamarca, los bajo fondos de Misiones
y el sur. Antártida mía conociendo los dientes y la lengua del paladar
lastimado. Bangkok en mi sueño y Saigón alucinada. Soc Trang y Shimane
alucinadas. ésta desnudez surcada por los ríos más profundos, los más largos,
los que darían muerte a cualquier desierto, semejantes a venas y cicatrices y
pelos y medusas muertas. su mano jamás tocará este cuerpo que palidece. tiene
en sus dedos una laguna clara que conoce el valor de la piel. nunca va a tocar
este cuerpo.
alguien
sabrá de esa ternura alguna vez, y la aniquilará con su indiferenciajueves, 12 de septiembre de 2013
cuánta ternura inacabada estuve escupiendo
sangre sobre el mármol el cuerpo parece abandonarme una vez cada tanto tomarse
vacaciones desconectarse de mí hacer de cuenta que su fantasma se fugó en un
barco de madrugada entonces
se instala en mi cráneo
éste
paño azul marino
como un velo deshilachado que recubre
al mundo y los pasos son errantes y sin propósitos lo que veo es una baba
que congela la humedad en las
paredes y hace una imitación del sueño y abre la mente como Moisés y las
piernas se abren como el mar y la penetración es caliente y genuina
erotismo
morboso
en
la noche de las memorias frías
yace
cadáver y finge se delata y decae
quiere hablar
quiere abrir la boca sin beso
y yo quiero romperle los dientes hacerla
sangrar y echarle tierra encima y saliva fracturarle las manos y las piernas
torcerle la cadera abrirle el vientre con una cuchara arrancarle las cosas mías
ella no renuncia ni rechaza está dispuesta a la violencia cede se vuelve líquida
y llueve
tiene cara de desayuno. parece instaurar
la mañana. su espalda está herida y no me agradece. tiene las piernas
peligrosas, desconfiadas. parece que camina en el borde de una gillette. lastima
el aire y las cosas. las pupilas absorben todo lo que tiene el color de la
avellana. su boca simula la sangre. las mejillas tiernas, el pelo acompañando
los ojos, torcido, sedoso, como arena que se va con el viento. la noche es
motivo de muerte. adivinamos juntos. marcamos en las alas de la noche. ella
sedienta, toma agua. inhibe la cercanía. hay un movimiento melancólico, un
movimiento que sufre y goza. todo es del color del pasado, fotografía efímera
de las cosas invisibles que conspiran.
aparecía una luna bajo la cama
el susurro de un temor
resbalando entre los dientes
mordiendo el vino entre las horas
se simplifica la espera
y se aprecia la caída de la eternidad
entre las piernas. el sudor protector, la borra, el cansancio, los movimientos
breves, pesados, buscando la desesperación más calma. se abre la boca, el humo
emerge en la silueta de una fuga. la cabeza imita a la muerte, se deja estar
fuera del cuello. comprende los espacios y los asimila, emancipada. camino
sobre las huellas del que fue sombra y reconozco. inauguro la oscuridad. los
contornos enloquecen. el camino es sinuoso y se deja sentir en el aire. el aire
es ligero, proviene de arriba, de la madera, de la piel risueña, de la mañana
asesina, de los puentes increíbles, de las caricias de los helicópteros, del
sismo, de la venganza adolescente, de las nalgas que se estrujan entre las
manos del cliente, de las sábanas abolidas, de los labios que bautizan, de las
manos imaginadas, de las calles que caminaste sola la noche en que te clavaron,
de las miradas que acusan, de los pantalones abandonados, del cólera dulce, de
la espuma de mar, del sol que se quema cuando la noche, de la espera, de la
espesa mata de vello que cubre tu monte de Venus.
es
un volver a casa y es alejarse. es saber que el lugar al que pertenezco está en
un tiempo anterior al nacimiento, décadas atrás, cuando los versos se escribían
en saco y corbata. así llegaba este aire alucinado de todos los rincones del
hospital. y se metía entre las calles y edificios de la ciudad oscura lejana la
silueta de la ciudad. la ciudad en el desierto. el bosque de cenizas y cemento.
de hombres de tabaco. soy un observador pasivo, fumo de lejos aún no llego. te
acordás de mi silueta recortada en la calle de la ciudad vieja, el taxi alejándose,
la multitud comiéndose mi cuerpo empequeñecido por la añoranza y la distancia. ahora
soy un hombre en medio de la nada esperando llegar a ninguna parte.
no
hay frontera verdadera. alguien trazó una línea imaginaria que es más visible
que la mente. a prostitución huele el borde. pero estoy parado dentro de la
lluvia y la lluvia no tiene bordes. es un viaje disléxico. un camino de orejas
que me guía, un jardín de narices, espalda sobre espalda marcando una escalera.
y no hay bordes. la ciudad es lejana. promesa. estoy en el interior de la
lluvia donde el agua no cae jamás. nada nadie me espera. me siento a punto de
nacer y sé que es mentira. me siento en el suelo, no quiero caminar. la ciudad
está ahí, desnuda y fría. la espera se simplifica. muerdo el temor y la sombra.
me recuesto. arriba no hay dios, el cielo está vacío. pero un cielo vacío es un
cielo abierto. sólo las estrellas están por encima de mí. y abajo mis raíces, mi
pasado enterrado, mis venaslunes, 2 de septiembre de 2013
soy la lengua de un borracho en el cuello de ella. se me escapa. vuelvo
a acercarme. se vuelva a escapar. pero la pared está cerca y no tiene adónde
ir. se arrincona, pegada a la pared, estirada en la cama. no quiere que la
toque a juega a que no la toque. no hay diferencia, la tocaré igual. la abrazo
por la cintura, apretándome contra sus nalgas. aun estamos vestidos. intento
subirle la falda. la beso en el cuello, con la lengua. huelo su cuello. siento
un ciervo atravesando mi garganta. me renuncia. le digo que se ponga la blusa y
salimos. le agarro la mano para caminar por el parque. sé que ella no ve lo
mismo que yo. ella no quiere morir. hay un árbol viejo que parece caer todo el
tiempo. no sentamos a la sombra del árbol. sus piernas salen de la pollera y se
estiran sobre el pasto. mira hacia arriba, las ramas del árbol enorme que
forman una trama confusa de sombras y cosas verdes. a lo lejos se escucha un
estruendo, un ruido de la ciudad que espanta a los pájaros que salen volando
todos juntos, como una lluvia. ella los mira, afectada.
-imaginate que cada es
un recuerdo que se fuga de tu cabeza.
-si tuviera recuerdos,
no serían pájaros, serían reptiles.
-son sensaciones-
insiste.
-¿cada pájaro?
-sí.
-son muchas.
-claro.
-demasiadas.
-y faltan muchas más.
-son insoportables.
-no.
-vos sos insoportable.
-sí.
se acaricia las piernas, ahora flexionadas, contra sus pechos. resiste
mi presencia. me arrastro hasta ella con mi lengua fuera, babeando. me ve
llegar como a un tiburón. no se aleja ni se resiste. le corro la bombacha. la
penetro en el suelo, en el pasto. no me mira. mira los pájaros que se fugan de
su cabeza y las ramas que los apresan. la humillo, está loca. quiere vivir. le
digo que se muera. le digo que no vale la pena quedarse conmigo. le digo que
hay que descansar. sus ojos son color avellana. ella tampoco existe. tampoco
es. pero es una larva. es un cisne sin patas. es una laguna con un bote hundido
en el pecho. es un hogar para indigentes. tiene los labios caídos, los ojos
metidos para adentro, las piernas desgarradas, las tetas borrachas, las manos
hermosas, el vientre vacío y podrido, la cola sucia de pasto, llena de
hormigas. la penetro más fuerte. escucho pasos a lo lejos, pero deciden irse.
le tapo la boca, aunque no dice nada. mira con sus pupilas del color del sol
cuando amanece. me pretende alucinado, japonés y amable. embisto más fuerte.
siento que se derrite en mi cuerpo. se hace agua su concha. me inunda el
estómago, el esófago, el intestino. se incrimina, adolece, sufre y muere. su
boca queda entreabierta cercana a mi oído. dice que quiere viajar al cielo.
conmigo. dice que me quiere llevar con ella a no sé qué lugar. yo me limpio con
unas hojas verdes grandes y me subo los pantalones. ella se acaricia los
muslos. se siente amada, no por mí. tiene los ojos brillantes. su respiración
es suave, como si durmiera. se acomoda la ropa, acomoda su espalda. sigue
mirando los pájaros. tantos pájaros volándola, como si fueran exploradores
acariciando la Luna.
-podrías morirte
tranquila. no tenés que soportar esto.
-no hay esto.
pero hay algo. que la
mantiene dormida.
vive en un sueño. nadie
sabe cuál.
no puede compartirlo. o
no sabe cómo.
imagino un pájaro
adentro de ella, que le dice qué hacer, cómo hacerlo, qué decir, dónde caminar,
cómo tocar las cosas, cómo dormir y qué soñar, a quién amar, cómo despreciar,
cómo volverse loca. elige sus baños, sus comidas, sus deseos. un pájaro
siniestro que vuela adentro suyo. un pájaro pedófilo y envidioso, que esconde
el cuerpo de un insecto bajo sus plumas. ella lo negará siempre, porque el
pájaro-insecto se lo ordena. ella no sabe que su conciencia es un pájaro
muerto.
parece que recién
despierto (aunque no)
lo primero que veo es desolación. una
extensión de algo menor a la ceniza que no queda. puede ser (a veces quisiera
no vivir en el planeta Tierra) después, entre dos parpadeos, un pájaro blanco
cruza el cielo como una sombra. mis ojos, si los tengo, se acomodan a la luz.
hay un sol delante de mí, pero no me encandila. y de todos modos veo mi propia
sombra extendida hacia el sol, como si la chupara en vez de proyectarla.
después aparecen algunos colores que no importan, y la sensación de un romance
lejos, y también un balcón europeo sobre el cual un hombre ejecuta pensamientos
peligrosos. ahora lo hago yo: es probable que muera, me digo. es probable que
sufra, me digo. es probable que sangre o eyacule. otras cosas caen por el
embudo de mi mente (si es que la tengo): un caballito de madera, un embudo
naranja, el color amarillo, un ciego, el bastón de un ciego, el lazarillo de un
ciego, los anteojos negros de un ciego, los ojos celestes enfermos del ciego.
así camino. el fondo de mi cráneo se va llenando de cosas inservibles: esposas,
cumpleaños, regalos, gobiernos. el suelo que piso está agrietado, pero siento
que lo estoy viviendo. vivo el suelo que piso y se extiende, viviéndome, hacia
un lugar tan lejano como inimaginable, o no. allá lejos se ve en sombras la
silueta de una ciudad dudosa.
y yo creo que prefiero
caminar a esa ciudad que vivir la vida que voy haciendo. llegó el viernes con
el ocio, la fiebre, música y unos besos que censuro en esta hoja. ella se
acerca y me dice:
-estás ojeroso,
deberías dormir más.
no me conoce. insiste.
no hablo.
es viernes. es ardor.
otra vez:
-tenés que dormir.
-yo duermo- digo.
no se queda satisfecha.
desea mi salud.
pero eso no existe. estoy desnudo, en el baño.
estuve viendo mi testículo.
no me gusta. es ruin, abollado, escaso.
me deprime ver mi cuerpo deprimido.
pasó el viernes. pasó el sábado. pasó el domingo. nada
de mi vida cabe en este relato (si es que es un relato). no hay vida. hay
ciudad tenebrosa, lejana, inexistente, susceptible de ser conquistada,
gobernada y llevada hacia el terror y la destrucción, como cualquier villano de
historieta pero triunfal.
estoy vivo y lo lamento. porque éste planeta es algo inferior a la
existencia. y esto, de alguna forma, me deja la puerta abierta a cualquier
crimen o delirio. ninguna fuerza superior me juzgará; más alto que el cielo,
más allá de las estrellas, solo hay un gran y hermoso vacío. las fuerzas
terrestres son insignificantes. si me supiera impune, nada me detendría.
el suicidio me volvería impune
como un tronco atravesado en mi garganta
como un tubo de ensayo clavado en mi cerebro
la cara de Medusa incrustada en mi espalda
anhedonia
es la desolación. el cementerio. el desierto
todo bajo el sol omnipresente
la luz que no cesa y miente
adentro es viento. y gente que no conozco gritando como el terror.
mujeres sin tetas volando el campo de una chacra cuando la noche. una horda
ansiosa por incinerar a un nene, con antorchas y tridentes, y el grito. no hay
pasos, sólo huellas que se precipitan hacia el asesinato. con éstas cosas
duermo. una máscara y una muñeca. un pecho lleno de agua salada y una espalda
llena de alquitrán. en el insomnio, en el trabajo, en el sexo. todo es
interior. nada se escapa a la luz. todo es fondo. y todo es calmo.
todo es calmo. la
catástrofe no es un descarrilamiento, o el incendio de una escuela un miércoles
a las diez de la mañana. la catástrofe es levantarme, es freír huevos y hacer
el amor, es ser conciente de que pienso, que soy capaz de decir lo que pienso,
que soy capaz de amar y amar es mi responsabilidad. la tragedia es saber que,
inevitablemente soy. y soy yo todo el tiempo en todo lugar. yo con mis manos
borrosas, con mis manos húmedas, con mis manos que tocan la niebla. yo con mis
piernas torcidas, con las piernas semejantes a termitas, con las piernas que
pretenden ser piernas y el corazón que juega a ser sol y es corazón. yo, con el
corazón acelerado, el corazón bromeado, el corazón destemplado y robado del tempo.
yo con los ojos como simios alucinados, con mis ojos que fingen, con mis ojos
tristemente documentados, con ojos llenos de paisajes lunares, ojos hermosos y
una espalda que se desvía. yo y mis espalda desviada, mi espalda temible, y
voraz, mi espalda cobarde, espalda que demora los saltos, mi espalda que elogia
la escasez, mi espalda que deroga fealdad. yo, impuro y humano, con una pija
semejante a un cretino, una pija sensata, una pija breve. una pija que contiene
el corazón de Werther, una pija matutina, una pija. yo. soy, y no existo. soy
contradicción, soy deserción, soy adicción, soy un sumario y un auto
abandonado, soy un pájaro cuando me recuerdan, soy una pija, soy una
reencarnación de Juan Pérez y fulano. soy las cosas que se pierden de noche. soy
un nene que se suicida en un hotel. soy un charco de agua bendita. soy un par
de medias olvidado. soy inacción. soy ciencia muerta. soy injusticia, soy una
moral de bombacha floja. soy un caballo atravesando el tronco de un árbol. soy
cualquier cosa menos yo. soy la digestión. soy la estrella de la violencia. soy
una constelación que se ve desde Marte. soy un estúpido. soy un pantalón
cagado. soy la mano izquierda de un violador de nenas. soy semejante a tres
lunares en el cuello de una mujer invisible. soy algo, para alguien, en algún
contexto o lugar.
martes, 27 de agosto de 2013
al final de la bayoneta siempre crea ángeles
sin cerebro sosteniendo la una de la fila la fila que lleva hasta la hija
paralítica de dios no tengo preservativo como ser la mísera mota de polvo que
resuena bajo mi mirada de aguerrido sinfín no entiendo cómo poder música crea
esta franja que se desvanece sin mirar a los costados de cada cuadra el banco
profundo de hilera de mujeres en la espera las horas caen creyendo que son
salvadas por tus manos tus manos tus manos tus manos rojas tus manos de
cocodrilo tus manos de monja tus manos de jamón tus manos anteojos para ver la
sierra tus manos simbólicas acariciando los océanos que compuse para vos tus
manos simbólicas tus manos feas tus manos bélicas tus manos florecientes tus
manos sabiendo que son manos que saben que son manos que saben acariciar como
si fueran fauces y manos de colmillos gritando y girando alrededor de cada
detalle desencajado del día apreté el gatillo y salí disparado sin comprender
qué pasaba a mi alrededor pero nada pasaba nada había alrededor mío salvo una
junta de bueyes parpadeando sin cesar como si fueran enjambres de pelos de
avispa lloviéndose en las narices del viejo cosmos
desagradable
es la melodía cuando no hay nada que posibilite su escucha. ésta noche mi
cráneo duerme y está lejos. no hay nada para confesar. si acaso algo hubiera,
mi grito ya estaría pegado en el cielo, derribando cóndores. ahora sé que la
contemplación de lo pleno conduce al vacío. ahora lo sé. no me lamento. quiero
escribir una novela que no puede ser escrita. no me lamento, no hay nada en mis
manos. pasado mañana me voy a dedicar al ocio y la nada. quizá algo escriba.
tal vez susurre algo o simplemente lea los libros que hay para leer. el viernes
veré. no voy a definir nada. todo quedará en la nada. debería desaparecer otra
vez y seguir escribiendo en la clandestinidad. escribiendo todas las horas y
los días llenos de nada. no tengo nada que dar. no tengo nada que decir. no
tengo nada que vivir. ni siquiera tengo porqué vivir. acá no hay nada y yo ni
siquiera estoy. ni siquiera soy.
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